Bien, creo que nuevamente ha llegado la hora de hablar un poco sobre cartuchos piratas. En esta oportunidad comentaré en extenso un ejemplar que para mí es muy significativo, pues fue el que me introdujo en el mundo de los videojuegos de NES. Es un cartucho que era la «memoria» de una consola que aún está por ahí en un rincón de mi habitación. Así que les voy a contar la historia. No es larga, así que no se aburrirán… o por lo menos eso espero.
Subámonos al DeLorean y volvamos circa 1993, cuando un primo mío llamado Camilo (de unos tiernos cuatro años) poseía un flamante clon de Atari 2600 Jr. como el que se ve en la foto de junto. Creo que en algún momento de su desdichada existencia, a este artefacto le cayó un vaso de leche encima (mal de muchas consolas). Con eso, la pobre máquina -que nosotros creíamos original- no funcionó más. Pero a pesar de aquella desgracia, no la tiraron a la basura. Aún está guardada en un ropero de la casa de mis tíos.
Pero luego de perder dicha consola, ¿cómo se divertirían mi primo Camilo, ahora de seis añitos, y su hermanito menor Diego, de cuatro? (Su hermano más chico, Daniel, tenía apenas dos años, así que por eso no lo incluyo en mi interrogante). La respuesta estaba en manos de mi tío. Bueno, no en sus manos, sino en su billetera. Así que poco tiempo después de la muerte del Atari, llegó otra consola: era un clon de NES, al que también llamamos Atari. ¿Por qué? Porque esa era la única palabra que conocíamos para denominar a una consola de videojuegos, una especie de marca genérica como son Scotch, Jeep o Confort en Chile.
Pues bien, aquí les presento una foto de la consola en cuestión, el nuevo Atari, que pronto aprenderíamos a llamar Nintendo. Aunque lo único realmente de marca Nintendo eran el par de controles y la Zapper, que a estas alturas ya ni sé dónde están.
Pero lo que queda ahora de aquel Nintendo es tan solo la carcasa. Así que, en realidad, no sé si se le pueda llamar consola a estas alturas debido las condiciones en que se encuentra. La foto es vieja, pero no creo que el estado de este aparato pueda empeorar más, así que hoy debe lucir igual.
Y dentro de aquella maravilla tecnológica que nos encandilaba por aquellos años, estaba el mentado cartuchito, que es el que ven en la foto. No hay carcasa de plástico ni carátula ni nada, simplemente es una placa verdosa con circuitos y quién sabe qué cosas más (de electrónica no me pidan). Pero a pesar de parecer algo insignificante y, para quienes no tengan un ojo experimentado, hasta luzca como basura, lo cierto es que tiene mucho valor sentimental para mí, pues gracias a él conocí juegos clásicos como Super Mario Bros., Contra, Tetris (Tengen), Soccer, Ice Climber y tantos otros más.
Claro, la consola pasó a la historia, y sólo conservo su carcasa como recuerdo, porque ya no sirve para nada. Creo que sufrió el mismo sino que la anterior: el clásico vaso de leche. Pero, como ven en la foto de arriba, cuando eso ocurrió, la abrí y extraje de sus entrañas la placa con los juegos, la que conservo hasta hoy. Y lo mejor de todo… es que aún funciona:
La foto la tomé la semana pasada, y justamente hace un par de días estuve jugando con mi hermano al clásico Contra. Quien sepa un poco sobre clónicas de 8 bits sabrá que el cartucho es bastante viejo, pues trae muchos más juegos que los actuales. Además, el menú es bastante sencillo, contrariamente a los más nuevos, que traen hasta música de fondo, como el de mi FunStation.
Juegos como los mencionados un poco más arriba y otros más -como Lode Runner, Duck Hunt, Wild Gunman y Dig Dug– me engancharon a esta clónica. Y quienes hayan dado un salto desde un Atari a un NES saben de qué hablo. Era impresionante ver tan buenos gráficos en aquellos nuevos juegos, y la jugabilidad no se comparaba con la consola anterior. Realmente fue un tremendo cambio que marcó mi vida videojueguil.
¿Qué juegos recuerdo con más cariño? Bueno, obviamente, el clásico entre clásicos Super Mario Bros. No sé ustedes, pero tuve serios problemas para comprender que Mario saltaba sólo presionando el botón A, sin necesidad de agitar el control, jajaja. Otro memorable es el Contra, cuya música realmente me hizo alucinar mientras intentaba salvar al mundo de una invasión extraterrestre.
¿Y cómo olvidar al Hombre Hielo? Bueno, en realidad se llama Escalador del Hielo (Ice Climber), pero en el menú del cartucho dice Ice Man, tal como se ve en la foto. Hacer competencias en ese juego es muy entretenido, sobre todo si tu contrincante se enfada fácilmente, jejeje… Otro fue Soccer, con el que hasta realizamos en 1996 un «Mundialito» con mis primos, el cual siguió realizándose por varios años.
Y si había algo que no podía entender era cómo mi tío podía matar los patos de Duck Hunt sin apuntar al televisor… luego comprendí que usaba un espejo que había en la habitación. Bueno, de todas maneras, ni siquiera entendía cómo era posible que funcionara esa pistola naranja para matar patos dentro de un televisor, así que daba lo mismo cómo él lo hiciera: era increíble de cualquier forma.
Sí que fueron buenos tiempos, pero lo mejor es que no son sólo recuerdos, sino que de vez en cuando me hago un espacio en mi agenda para poder volver a jugar a estos clásicos de NES, y en el mismo cartucho que me introdujo en el mundo de los 8 bits.
Próximamente, no sé exactamente cuándo, quiero contarles sobre otra consola clónica, que fue la primera propia (regalo de mi padre), pero que no era copia de una NES… Espero que me cuenten qué les pareció la historia de este viejo cartucho pirata 3.200 en 1. Hasta pronto.