Si nos pidieran hacer un listado con las personas que más han marcado la historia de Nintendo, sin duda alguna incluiríamos a Shigeru Miyamoto, Takahashi Tezuka, Kōji Kondō, Gunpei Yokoi, Hiroshi Yamauchi o Satoru Iwata, por nombrar solo algunos. Pero hay alguien que pocas veces recibe el debido reconocimiento por su trabajo -tan silencioso como decisivo- hecho hace 30 años: me refiero a Yōichi Kotabe.
Es probable que el nombre de Yōichi Kotabe no les suene a nada. De hecho, a mí tampoco me pareció familiar cuando lo leí hace unos días en un sitio de internet. Sin embargo, este artista, nacido en Taiwán en 1936, es uno de los ilustradores y animadores más importantes de Japón, y ha dejado una huella indeleble en muchos de nosotros, aunque quizás no lo sepamos. Y es que ha trabajado como animador, director de animación o diseñador de personajes en numerosos animés, algunos de ellos de mucho éxito, como Heidi, Marco o Bumpety Boo. Es decir, es un monstruo de la animación japonesa.
No obstante, el trabajo por el cual se ganó un artículo en este humilde blog no es un animé ni un manga, sino unas ilustraciones que realizó cuando estuvo trabajando en Nintendo. Pero antes que nada, repasemos brevemente la historia de este gran dibujante.